Archipiélago de San Blas, una de las joyas de Panamá

Autora: Isabel
Fecha de publicación: 7 de abril de 2021

Turismo

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Panamá es un país realmente especial, por su ubicación, por su extensión y por formar parte d una zona geográfica importantísima para el comercio mundial, al poseer el famoso canal que permite el tránsito a través de Centroamérica, sin tener que rodear todo el continente, ahorrando muchas horas e incluso días a los barcos mercantes. Nexo de unión con América del Sur, Panamá se ha convertido en un país entre dos aguas, nunca mejor dicho, bañado por el Atlántico y el Pacífico y sirviendo como vía de transición entre uno y otro. El canal, de apenas 82 kms de longitud, fue inaugurado hace más de un siglo, en 1914, y supuso un cambio importantísimo para el comercio mundial que, obviamente, también afectó de forma directa a Panamá. A día de hoy sigue siendo su principal motor económico, aunque el país está tratando también de atraer cada vez más turismo, como sus vecinos de Costa Rica.

Con muchos kilómetros de playa, selva, zonas históricas y algunas ciudades muy interesantes desde el punto de vista turístico, Panamá ha querido desarrollar en los últimos años diferentes programas internacionales para atraer a nuevos turistas al país. Una de las principales bazas del país en este sentido es el archipiélago de San Blas, un conjunto de islas ubicadas en la costa norte del país, en la zona caribeña, al este del Canal de Panamá. La belleza del entorno y la peculiaridad de sus habitantes originales, el pueblo indígena Guna, hacen de estas islas un verdadero lugar paradisíaco donde pasar unos días de relax y desconexión, mientras conocemos de paso las singularidades de estos indígenas y disfrutamos de un paraíso prácticamente virgen y semidesconocido. Bienvenido al archipiélago de San Blas.

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Historia del archipiélago de San Blas

El archipiélago de San Blas se encuentra en la costa norte de Panamá, dentro del Mar Caribe, y es una sucesión de casi 400 islas e islotes que se extienden a lo largo de varios kilómetros cerca de la costa. Solo 80 de ellos están habitadas, ya que el tamaño de la mayoría es insuficiente para albergar más de unas pocas casas. Una de las peculiaridades de este lugar es que ha sido habitado por la misma tribu de hombres y mujeres desde que se tiene conocimiento de su existencia. Se trata de los guna, una tribu indígena de la zona que seguramente encontró en este lugar su mejor refugio cuando los conquistadores llegaron a tierra firme. Los gunas apenas han cambiado su modo de vida en todos estos cientos de años.

La historia de este archipiélago va emparejada a la de la propia tribu indígena, ya que se han convertido no solo en sus moradores, sino en sus protectores, evitando que este paraíso se termine convirtiendo, como muchos otros, en un sitio abocado al turismo. Los guna siguen viviendo del ganado, del comercio y de la pesca y la recolección de frutas, en aquellas comunidades donde habitan cientos de ellos, en las islas más grande, como Acuadup, hogar del jefe de la tribu todavía a día de hoy, o la Isla Porvenir, convertida en capital oficiosa del archipiélago, donde también encontramos buena parte de los alojamientos típicos para turistas, muy similares a las chozas que los propios gunas se fabrican.

Islas del archipiélago de San Blas

El archipiélago cuenta con cerca de 370 islas, muchas de ellas de un tamaño diminuto, pero en otras tantas sí que se puede vivir e incluso alojarse. La Isla Porvenir es la más grande de todas, convertida en capital, y cuenta con la mayoría de servicios, incluyendo un aeropuerto desde el que se puede volar a Panamá. Existen a su alrededor montones de islas algo más pequeñas a las que se llega en embarcaciones de todo tipo, y donde encontramos pequeños resorts donde alojarnos, siempre respetando el hábitat de los gunas, que participan de este turismo controlado para generar riqueza sin tener que destrozar su paraíso, ese que llevan tantos siglos cuidando y que ahora se ha hecho tremendamente popular entre los viajeros de todo el mundo.

Qué ver en el archipiélago de San Blas

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La gran cantidad de islas del archipiélago y la distancia que puede haber entre ellas hace que la situación para verlo todo sea complicada, pero está claro que hemos de concentrarnos en aquello que más nos interesa. San Blas es un paraíso de playas de arena blanca y aguas limpias y prístinas, que encontraremos seguramente en cualquiera de las islas habitables. Lo complicado es encontrar alojamiento, ya que el modelo turístico de los guans hace que no haya tantos hoteles como cabría esperar. De hecho, la mayoría de alojamiento que encontraremos son pequeñas chozas reconvertidas para alojar a los turistas y que se sientan como los indígenas por unos días.

Además de las playas, que son su principal atractivo, encontramos también algún que otro museo, como el de Alejo, un artista local que ha ido coleccionando las molas, prendas de vestir coloridas que las mujeres se ponen en las islas y que son una de sus grandes señas de identidad. Estar cerca de alguna comunidad guna siempre es beneficioso, ya que podremos visitar sus poblados, comerciar con los lugareños, escuchar sus historias… La Isla Porvenir es la que más atractivos turísticos suele tener, incluyendo deportes marítimos como el buceo o el surf, que también podemos practicar en estas islas. Pero es cierto que a San Blas no se va con la intención de verlo todo, como podríamos hacer en grandes ciudades, sino a desconectar.

Hoteles en el archipiélago de San Blas

Encontramos diferentes alojamientos en las islas, todos ellos adecuados a la forma en la que viven los indígenas de la zona. Es decir, no esperes encontrar un super resort con cientos de habitaciones, porque lo más habitual es disfrutar de pequeños hoteles en forma de nega, choza preparada por los propios indígenas. Hay islas que están casi ocupadas por completo por estos complejos, ya sean en forma de chozas o también de cabañas, que suelen ser algo más caras, pero también más cómodas. El precio medio por noche va desde los cien euros a los más de seiscientos, dependiendo del sitio en el que escojamos quedarnos. No es un precio barato, desde luego, pero solo imaginarnos en pleno paraíso caribeño ya nos da una razón de porqué nos sale tan caro.

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